"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Opinión
Abraxas
Educar en valores
Por Arturo San Román Ferreiro
25/11/2016
A Ana Peláez, activista sin límites
Hoy es el día contra la violencia de género y el domingo pasado fue el día del niño. Ambas jornadas unidas por una constante, la violencia ejercida sobre colectivos especialmente vulnerables. Cada día aumentan en España los casos de acoso escolar en una espiral de contagio social sin precedentes.
Junto a la violencia de género, el acoso escolar representa una de las peores lacras de nuestra sociedad, una sociedad que hace tiempo dejo de educar en valores, donde la violencia está presente en la actividad cotidiana de los niños a través de los videojuegos, Internet, la televisión y la propia calle, cuando no en la misma familia. Todo ello sin que nadie pongo limites a esta sinrazón.
Y es que los primeros límites se deben ponen en el hogar. Estoy hablando de esa educación en valores elementales como es el respeto a los demás, la empatía, el compañerismo, la riqueza que representa la diversidad, el valor de un libro y los límites. Los niños tienen que aprender que hay límites, que no todo vale.
Sabemos que hoy en día hablar de valores no está de moda, pero yo les pregunto a quienes piensan así: ¿cómo explican que niños de 8, 9 y 11 años se ensañen con otro crío de 10 años, con un desprecio total a la dignidad de un semejante?
Hago un punto y aparte para hablar de los niños con discapacidad. Uno de cada tres niños con discapacidad visible sufre acoso escolar, pero en este caso, aunque la discapacidad les hace más vulnerables, sufren la violencia por el simple hecho de ser diferentes. La diversidad no está en la escala de valores de muchos niños, entre otros motivos porque seguramente tampoco lo está en la de sus padres. Y es que además los acosadores escolares de hoy, son los maltratadores de mañana.
La última reflexión me sirve para hablar de la violencia de género. Más de 40 mujeres han muerto en lo que va de año “ejecutadas” por maltratadores. Y han muerto por el mero de hecho de ser mujeres y por lo tanto, bajo los aberrantes parámetros de sus ejecutores, susceptibles de ser “propiedad“ de alguien.
En la violencia de género, si existe un colectivo todavía más frágil es el de las mujeres con discapacidad. Doble discriminación por ser mujer y tener discapacidad. Por lo general la mujer con discapacidad tiene una mayor dependencia económica respecto a su familia o su pareja y su desarrollo personal y social a menudo está en manos de terceros, de los que dependen afectiva y emocionalmente. Todo esto juega en su contra a la hora de defenderse ante el ejercicio de la violencia. A diferencia de las mujeres sin discapacidad, donde la casuística nos dice que en la mayoría de los casos sufren violencia a manos de su pareja sentimental, en el caso de las mujeres con discapacidad, la violencia proviene no sólo por su pareja, sino también de sus cuidadores y familiares, ampliándose así el espectro de la figura del maltratador. En estos casos, cuidadores y familiares maltratadores, se suele emplear más la violencia verbal y psicológica que la física. El hecho de que sea el propio entorno el que ejerce violencia, dificulta a la mujer la denuncia del maltrato. De nuevo la doble discriminación, mujer con discapacidad.
Ante este lacra tú, que estás leyendo esta columna, y yo, podemos hacer mucho. Podemos dejar de mirar a otro lado, podemos no taparnos los oídos cuando escuchamos, podemos no reír chistes machistas, podemos educar en valores a nuestros hijos y podemos denunciar, denunciar ante la policía y sobre todo ante el resto de la sociedad. A lo mejor conseguimos también un contagio social.
@arturosanromanf
Experto en Comunicación Social